Entre tanta incertidumbre e impactos negativos de la pandemia del covid a escala global y con especial fuerza en Ecuador, que ya venía afectado por una crisis económica precedente y evidentemente no estaba preparado para una contingencia de tal magnitud, una de las certezas que emerge es la importancia de los sistemas agroalimentarios, porque si a la desgra- cia del covid-19, con su carga de contagios y muertes, a la que se añade el desempleo y la pobreza, se hubiese añadido el hambre, es probable que hubiésemos asistido a un estallido social. La resiliencia del agro en general y del arroz en particular, gracias al trabajo de los pequeños, medianos y grandes arroceros, así como de las piladoras y los canales logísticos, alejaron ese fantasma de la inseguridad alimentaria en los meses más álgidos de la pandemia y es conocido por todos. El arroz en la dieta de los ecuatorianos, es más ni menos que el 32,8% del aporte calórico diario, según la Encuesta de Salud y Nutrición del MSP. En el caso del arroz, el tirón de demanda registrado en los primeros meses de la pandemia, junto al cierre sanitario de la frontera sur, estimuló los precios del arroz almacenado en la pre-pandemia, así como el de la cosecha de invierno, dando un respiro al agricultor e incentivando las siembras para el ciclo de verano, en un escenario de crecientes restricciones al financiamiento.
Artículo completo en el siguiente PDF:
Fuente: Revista CORPCOM No. 32
Comentarios